La piedra que estaba en las brasas brillaba en las partes que tenia hierro incrustado. Mi abuela la había traido de la cantera siendo jovencita y desde entonces se utilizaba año tras año para dar ese sabor a “quemado “ a la cuajada.
Yo tenia prisa por cocer la leche, que la piedra atrapara calor ,que redujera la temperatura de la leche a la temperatura de mi codo y que el cuajo en poco tiempo consiguiera la Mamia o cuajada ,como por arte de magia …..pero como mi madre siempre me recuerda ,en la cocina para que los alimentos sepan a lo que son necesitan su pasos ,sin saltos mortales que luego saben a lo que no son.
Normalmente El era de paso tranquilo pero creo que el saber que el frutero traía fresas y que yo no conocía su sabor ,le hizo apresurarse a llegar el primero y elegir las mejores para mi.
Nos sentamos los 2 cerca de la fregadera de la cocina del palacio de Bertiz .Habiamos cogido una lechuga de la huerta y estábamos decididos a preparar una ensalada que uniera nuestro 2 ingredientes : fresas y cuajada.
Una vez colocado por pisos los ingredientes, nuestra mayor duda era como preparar un aliño que realzara esos sabores:
Un poco de sal , aceite , vinagre de Modena, miel fresca ,limón y tomillo fresco.
Una,dos y tres…cada uno inco su tenedor y con un poco de todos los ingredientes nos los metimos en la boca. Unos segundos………………….nos miramos y con el destello de los ojos dimos un “Delicioso”a nuestra nueva pareja de Fresas –cuajada.
Se parece tanto a nosotros dos.
Nos gusta pensar que con pequeños pasos vamos haciendo un mundo mejor. Te lo contamos... ¡Apúntate!